En un lejano lago rodeado de sauces llorones y flores flotantes, vivía un hermoso cisne llamado Lirio. Su plumaje era blanco como la nieve y su cuello largo y elegante se curvaba con gracia en el agua. Pero Lirio tenía un gran secreto: él no era un cisne común… ¡Era un cisne de cristal!
Su cuerpo era transparente y reflejaba la luz del sol como si estuviera hecho de pequeñas estrellas. Cuando nadaba en el lago, el agua brillaba a su alrededor, formando destellos de colores que fascinaban a los demás animales. Sin embargo, aunque todos lo admiraban, Lirio se sentía diferente y frágil.
—»Si salto demasiado alto, podría romperme. Si corro muy rápido, tal vez me quiebre»—pensaba con tristeza.
Por eso, Lirio siempre tenía cuidado al moverse. Nunca jugaba con los demás cisnes, nunca nadaba contra la corriente y nunca intentaba volar muy alto. Creía que su delicado cuerpo no soportaría un golpe fuerte.
Un día, el bosque entero se llenó de emoción. Un anciano sabio, el gran búho Emiliano, había anunciado la llegada del Festival de las Aguas Brillantes, un evento donde los cisnes mostraban su belleza y destreza volando sobre el lago al atardecer.
Los cisnes más jóvenes practicaban emocionados, batiendo sus alas y surcando el cielo en elegantes figuras. Lirio los observaba con un nudo en el corazón.
—»Ojalá pudiera volar como ellos»—susurró.
La pequeña rana Tita, su mejor amiga, lo escuchó y saltó a su lado.
—»¡Claro que puedes, Lirio! No eres tan frágil como crees. Eres fuerte de una manera diferente»—le dijo con una gran sonrisa.
Pero Lirio negó con la cabeza.
—»No puedo arriesgarme. ¿Y si me rompo?»
Tita frunció el ceño y pensó un momento. Entonces, tomó una hoja y la dejó caer sobre el agua.
—»Mira esta hoja. Es ligera y frágil, pero no se hunde. Se deja llevar por la corriente y sigue adelante. No es la más grande ni la más fuerte, pero eso no significa que no pueda llegar lejos.»
Las palabras de Tita se quedaron en la mente de Lirio. Esa noche, observó su reflejo en el lago. ¿Y si su fragilidad no era una debilidad, sino una fortaleza?
Cuando llegó el día del festival, los cisnes volaron uno a uno, dibujando hermosos círculos en el cielo. El sol empezaba a ocultarse, pintando el agua con tonos dorados y naranjas.
De pronto, un fuerte viento sopló y una bandada de patos voló bajo, desordenando a los cisnes en el aire. Uno de ellos, un joven cisne llamado Nilo, perdió el equilibrio y cayó al agua.
Los demás cisnes dudaban en lanzarse a ayudarlo, temiendo que el fuerte viento los empujara contra las rocas. Pero Lirio, sin pensarlo dos veces, extendió sus alas y se elevó.
El viento lo empujaba, pero en lugar de resistirse, Lirio dejó que la brisa lo guiara. Su cuerpo de cristal reflejaba la luz del sol, iluminando el cielo como un diamante en movimiento. Descendió con gracia y, con un leve chapoteo, ayudó a Nilo a regresar a la orilla.
Todos los animales del bosque aplaudieron y vitorearon a Lirio.
—»¡Lo lograste!»—exclamó Tita, saltando de alegría.
El búho Emiliano se acercó y le dijo:
—»Hoy has aprendido que la verdadera fuerza no siempre está en la dureza, sino en la confianza en uno mismo.»
Desde aquel día, Lirio ya no temió romperse. Aprendió que su delicadeza era un regalo, y que la belleza de su cristal no estaba en su fragilidad, sino en su luz.
Y así, el cisne de cristal se convirtió en la estrella del lago, recordando a todos que no importa cuán diferentes nos sintamos: siempre tenemos algo valioso que ofrecer al mundo.
Moraleja:
Cada niño y niña es especial a su manera. A veces creemos que nuestras diferencias nos hacen débiles, pero en realidad, son lo que nos hace brillar. ¡Nunca tengas miedo de ser quien eres!
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