¡Bienvenidos a conocer la aventura de la Ratita Blanca! Este es un hermoso cuento para dormir que llenará tus sueños de alegría y amistad.
Capítulo 1: La Casa Nueva
Érase una vez una ratita blanca que vivía en un pequeño agujero en una acogedora casa. La ratita se llamaba Lila y le encantaba su hogar. Tenía una cama hecha de hojas suaves y una cocina donde cocinaba deliciosos quesos.
Un día, mientras exploraba el jardín, Lila encontró una casa nueva. Era más grande y tenía un hermoso jardín lleno de flores de colores. “¡Qué bonita es esta casa!”, pensó Lila. “Me gustaría vivir aquí”.
Decidida a mudarse, Lila comenzó a hacer su maleta. Metió su cama de hojas, un trozo de queso y su flor favorita. “¡Voy a ser muy feliz en mi nueva casa!”, dijo emocionada.
Cuando llegó a la casa nueva, Lila se dio cuenta de que estaba un poco sucia. “Necesito limpiar”, pensó. Así que empezó a barrer y a sacar las telarañas. Mientras limpiaba, encontró un espejo brillante. “¡Qué bonito!”, exclamó. Lila se miró y sonrió. “Soy una ratita muy bonita”.
Después de limpiar, Lila decidió plantar algunas flores en el jardín. Con mucho cuidado, plantó semillas de colores. “Cuando crezcan, mi casa será la más hermosa”, dijo llena de alegría.
Capítulo 2: Los Nuevos Amigos
Mientras Lila regaba sus flores, escuchó un ruido. “¿Quién está ahí?”, preguntó curiosa. De detrás de un arbusto salió un conejito blanco. “¡Hola! Soy Nico”, dijo el conejito. “He visto que te has mudado aquí”.
“¡Hola, Nico! Soy Lila. Estoy muy contenta de conocerte”, respondió la ratita. Los dos comenzaron a hablar y a jugar en el jardín. Rieron, saltaron y disfrutaron del hermoso día.
Al día siguiente, mientras Lila estaba en su jardín, escuchó otro ruido. Esta vez era un pájaro azul que cantaba. “¡Hola, pájaro! ¿Te gustaría ser mi amigo?”, le preguntó Lila. “Claro, me llamo Pío y me encantaría jugar contigo”, contestó el pájaro.
Lila, Nico y Pío se hicieron muy buenos amigos. Juntos jugaban en el jardín, contaban historias y compartían comida. Lila se sintió muy feliz porque, aunque su casa era nueva, ahora tenía amigos que la hacían sentir en casa.
Un día, mientras estaban jugando, Lila dijo: “Me siento muy afortunada. No solo tengo una casa hermosa, sino también amigos maravillosos”. Nico y Pío asintieron y sonrieron.
Desde entonces, Lila, Nico y Pío pasaron cada día juntos, llenando su hogar de risas y alegría. Y así, la ratita blanca vivió feliz en su nueva casa, rodeada de flores y amigos, disfrutando de cada momento de su vida.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
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