Bienvenidos a disfrutar de la encantadora historia de la pequeña oruga glotona, quien aprenderá sobre la amistad y la alegría en su mágico viaje.
Capítulo 1: La Fiesta del Jardín
Había una vez una pequeña oruga llamada Nala. Nala era muy curiosa y siempre tenía hambre. Un día, mientras se arrastraba por el jardín, vio algo brillante. Era una hermosa mariposa que danzaba entre las flores.
—¡Hola, pequeña oruga! —dijo la mariposa—. ¿Quieres unirte a la fiesta del jardín?
Nala nunca había estado en una fiesta, así que estaba muy emocionada. La mariposa le explicó que había muchos deliciosos manjares en el jardín: fresas jugosas, hojas verdes y hasta un pastel de cumpleaños que habían dejado los niños.
—¡Sí, sí! —gritó Nala—. ¡Quiero ir!
Nala siguió a la mariposa y pronto llegó a la fiesta. Había muchas criaturas del jardín: hormigas, saltamontes y hasta un simpático caracol. Todos estaban disfrutando de la comida y la música.
Nala comenzó a comer fresas, lechugas y galletas. ¡Todo estaba tan rico! Comió y comió hasta que su pancita se sintió muy pesada.
—Creo que he comido demasiado —dijo Nala, mirando su pancita con preocupación.
Capítulo 2: El Viaje de Nala
Después de la fiesta, Nala decidió descansar bajo una hoja grande. Cerró los ojos y se dejó llevar por el viento. En su sueño, vio un hermoso jardín lleno de flores de todos los colores. Imaginó que era una mariposa que podía volar libremente.
Al despertar, Nala se sintió diferente. Su pancita ya no estaba pesada, y algo mágico sucedía. Sintió que su cuerpo se envolvía en un capullo suave y cálido.
—¿Qué está pasando? —preguntó Nala, un poco asustada.
Pasaron varios días y Nala se sintió tranquila dentro de su capullo. Durante ese tiempo, recordó lo divertido que había sido la fiesta y cómo había disfrutado de cada bocado. Pero también pensó en cómo quería volar y ver el mundo desde las alturas.
Finalmente, llegó el día en que Nala sintió que era hora de salir. Con esfuerzo, rompió el capullo y, para su sorpresa, ya no era una oruga. ¡Era una hermosa mariposa de colores brillantes!
Nala se asomó y vio el jardín desde el aire. Era más hermoso de lo que había imaginado. Voló de flor en flor, disfrutando del néctar dulce y compartiendo su alegría con sus amigos.
Desde aquel día, Nala aprendió que a veces, disfrutar de la vida no solo significa comer, sino también explorar y compartir momentos con los demás. Y así, Nala la mariposa vivió feliz, volando entre las flores y haciendo nuevos amigos en cada rincón del jardín.
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