En el supermercado me encontré, con una caja de galletas que hablaba francés. Le dije “Bonjour”, pero no me contestó, parece que solo habla si le das un mordiscón.

En el gimnasio me puse a sudar, levantando pesas sin parar. Pero cuando vi en el espejo mi figura, me di cuenta que el músculo se fue de aventura.

Soy tan despistado como un pato, una vez me puse los zapatos en los brazos. Caminé por la calle, qué ridículo fue, todos me miraban como si fuera un rey.

En el examen de matemáticas me fue mal, no entendí ni una ecuación elemental. Le pregunté al profesor, con desesperación, si en el mundo real alguna vez usaré fracciones.

Mi vecina es tan flaca y alta como una jirafa, cuando pasa por la puerta su cabeza se desenmascara. Le dije que tenía que agacharse un poco más, y ella me respondió: “¡No puedo, me rompo en dos!”

Me fui de pesca y no pescaba ni un pez, hasta que encontré uno que me hizo estremecer. Era tan pequeñito, apenas lo podía ver, pero tenía una señal de tráfico que decía: “No me comeré”.

En el parque vi a un perro que hablaba inglés, le dije “Hello”, y él me respondió con gran interés. Pero cuando le pedí que me tradujera una frase, me miró confundido y movió la cola en desfase.

Compré un disfraz de vampiro para una fiesta, pero cuando llegué, todos me dijeron “¡Eres el mejor científico de la orquesta!” Me equivoqué de evento, qué desastre, tocaré el violín con colmillos y muy elegante.

En el restaurante pedí una hamburguesa sin cebolla, pero me la trajeron con una montaña de zanahorias. Le pregunté al mesero qué sucedió, y me dijo: “Es que los vegetales son más sanos, señor, ¡piénselo usted!”

Me encontré un sapo en medio del jardín, le pregunté qué hacía allí, qué chistoso ser vivir sin fin. Me respondió con voz grave y arrugada, “Es que mi princesa se fue de vacaciones, y estoy deprimida”.