Bienvenidos a disfrutar de este cuento corto de la amistad con Sofía y Lucas, una historia para dormir que deja una gran enseñanza.

Capítulo 1: Un Nuevo Amigo

Era un día soleado cuando Sofía llegó al campamento de verano. Sus ojos brillaban de emoción. Había muchos árboles, ríos y un gran lago. Sofía estaba feliz, pero también un poco nerviosa. No conocía a nadie.

Mientras exploraba, vio a un niño sentado en un tronco. Tenía el pelo rizado y una gran sonrisa. Era Lucas. Sofía se acercó y dijo:

—Hola, soy Sofía. ¿Quieres jugar?

Lucas miró a Sofía y sonrió aún más.

—¡Claro! Me encanta jugar. ¿Qué te gustaría hacer?

Sofía pensó un momento y respondió:

—Podemos construir una cabaña con ramas y hojas.

Los dos niños se pusieron a trabajar. Juntos, recogieron ramas y hojas. Sofía era muy buena para encontrar las mejores piezas. Lucas, por su parte, sabía cómo apilar todo para que no se cayera. Al final, lograron construir una pequeña cabaña.

—¡Mira lo que hicimos! —dijo Sofía, saltando de alegría.

—Es increíble —respondió Lucas—. ¡Eres muy buena construyendo!

Esa tarde, Sofía y Lucas jugaron en su cabaña, contándose historias y riendo. Pronto, se hicieron grandes amigos. Al caer la tarde, decidieron que al día siguiente irían a explorar el lago juntos.

Capítulo 2: La Gran Exploración

Al día siguiente, Sofía y Lucas estaban listos para su aventura. Llevaron una mochila con agua y galletas. Cuando llegaron al lago, el agua brillaba como un espejo. Sofía miró a Lucas y dijo:

—¿Te gustaría ver quién puede lanzar más lejos una piedra en el agua?

—¡Sí! —respondió Lucas, emocionado.

Los dos comenzaron a lanzar piedras. Sofía fue la primera y su piedra saltó tres veces. Lucas se rió y dijo:

—¡Eso fue genial! Ahora es mi turno.

Lucas lanzó su piedra y esta saltó cuatro veces. Sofía aplaudió.

—¡Eres un campeón!

Después de jugar, decidieron sentarse en la orilla y comer sus galletas. Mientras comían, Sofía dijo:

—Me alegra que hayamos hecho amigos. ¡Este campamento es muy divertido!

—Sí —respondió Lucas—. Nunca había tenido un amigo como tú.

De repente, escucharon un ruido. Era un pequeño pato que nadaba cerca. Sofía y Lucas miraron al pato y empezaron a reír.

—¡Mira cómo nada! —dijo Sofía.

—¡Es muy gracioso! —agregó Lucas.

Pasaron el resto del día jugando, explorando y riendo. Al caer el sol, Sofía y Lucas se sentaron en la orilla del lago, felices de haber compartido un día tan especial.

—Prometamos que seremos amigos siempre —dijo Sofía.

—¡Siempre! —respondió Lucas, sonriendo.

Y así, Sofía y Lucas aprendieron que la verdadera amistad hace que cada día sea una gran aventura.

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