Bienvenidos a disfrutar de un lindo cuento con audio sobre la Amistad de la Fresa en el bosque de Frutilandia.
Capítulo 1: La Fresa Solitaria
Era un día soleado en el bosque de Frutilandia. La fresa, con su brillante color rojo y sus pequeñas semillas amarillas, se sentía un poco sola. Aunque era muy dulce y jugosa, no tenía amigos con quienes jugar. Todos los días, ella miraba desde su planta cómo las frutas jugaban juntas.
“Me gustaría tener amigos”, pensaba la fresa, mientras observaba a las manzanas que reían, a las naranjas que hacían carreras y a los plátanos que bailaban. “Pero soy solo una fresa. ¿Quién querría ser mi amiga?”
Un día, decidió salir de su planta y explorar el bosque. Con cada paso, su corazón latía con emoción. ¿Encontraría a alguien con quien jugar?
Capítulo 2: Encuentros en el Bosque
Mientras caminaba, la fresa escuchó un ruido. Era una risa alegre. Sigilosamente se acercó y vio a una pequeña manzana roja rodando por el suelo.
—¡Hola! —saludó la fresa tímidamente—. ¿Quieres jugar conmigo?
—¡Claro! —respondió la manzana con una sonrisa—. Pero, ¿qué juego quieres hacer?
La fresa pensó un momento y dijo:
—Podemos jugar a las escondidas.
Las dos frutas comenzaron a jugar y se divirtieron mucho. Después de un rato, la fresa se sintió muy feliz. Pero cuando la manzana tuvo que irse, la fresa se sintió un poco triste de nuevo.
Continuó su camino y, de repente, vio a una naranja brillante colgando de una rama.
—¡Hola, naranja! —gritó la fresa—. ¿Quieres jugar?
—¡Sí! —respondió la naranja, saltando de la rama—. ¿Qué tal una carrera?
Las dos frutas corrieron, riendo y disfrutando del momento. La fresa nunca había corrido tan rápido. Después de jugar, la naranja dijo:
—Eres muy divertida, fresa. ¡Deberíamos jugar más a menudo!
La fresa sonrió, sabiendo que había encontrado otra amiga.
Capítulo 3: La Fiesta de las Frutas
Un día, la fresa decidió organizar una fiesta en su planta. Quería invitar a todas las frutas que había conocido. Con mucho entusiasmo, hizo invitaciones de hojas verdes y las repartió por todo el bosque.
Cuando llegó el día de la fiesta, la fresa se puso muy nerviosa. “¿Vendrán todas? ¿Les gustará la fiesta?” pensaba. Pero, para su sorpresa, llegaron la manzana, la naranja, y también un plátano y una piña.
—¡Bienvenidos a mi fiesta! —gritó la fresa, emocionada.
Las frutas se divirtieron mucho. Bailaron, jugaron y compartieron deliciosos bocados. La fresa preparó un rico batido de frutas, y todos lo disfrutaron juntos.
—¡Qué divertido es tener amigos! —dijo la fresa, riendo.
—Sí, ¡y somos todos diferentes! —añadió la piña—. Pero eso es lo que hace la amistad tan especial.
La fresa sonrió, sintiendo su corazón lleno de alegría. Se dio cuenta de que, aunque eran diferentes, todas las frutas podían ser amigas y jugar juntas. Desde ese día, la fresa nunca se sintió sola.
Y así, en el bosque de Frutilandia, la fresa y sus amigos disfrutaron de muchas aventuras juntos, aprendiendo que la amistad no tiene que ver con ser igual, sino con compartir momentos felices.
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