¡Bienvenidos, pequeños soñadores! Hoy les traemos un mágico cuento para dormir sobre Pío, un pollito valiente que vivirá emocionantes aventuras en la granja. ¡Prepárense para soñar!

Capítulo 1: El Sueño de Pío

Había una vez un pequeño pollito llamado Pío. Pío era un pollito amarillo, suave y muy curioso. Vivía en una granja con su mamá gallina y muchos otros animales. Cada día, Pío soñaba con aventuras emocionantes.

Una mañana, mientras el sol brillaba en el cielo, Pío decidió que quería explorar el mundo más allá del gallinero. “Hoy será un gran día”, pensó. Con su pequeño corazón latiendo de emoción, salió del gallinero y comenzó a caminar.

Primero, Pío vio a la vaca que estaba pastando en el campo. “¡Hola, vaca! ¿Puedo jugar contigo?”, preguntó Pío. La vaca sonrió y le dijo: “Claro, pequeño pollito. Ven a saltar conmigo”. Pío saltó y saltó, pero pronto se cansó. “Gracias, vaca. Ahora quiero seguir explorando”, dijo.

Luego, Pío se encontró con un pato nadando en el estanque. “¡Hola, pato! ¿Puedo jugar en el agua?”, preguntó emocionado. El pato le respondió: “Sí, ven a nadar”. Pero Pío no sabía nadar y se mojó todo. “¡Ay! Creo que mejor me quedo en la orilla”, dijo riendo.

Después de jugar un rato, Pío se sintió un poco cansado y decidió que era hora de regresar a casa. Mientras caminaba de vuelta, miró al cielo y vio nubes blancas que parecían algodones de azúcar. “¡Qué bonito es todo!”, pensó Pío.

Cuando llegó al gallinero, su mamá gallina lo estaba esperando. “¿Te divertiste, Pío?”, le preguntó con una sonrisa. “Sí, mamá. Jugué con la vaca y el pato”, respondió feliz.

Capítulo 2: La Noche Estrellada

Esa noche, mientras la luna brillaba en el cielo y las estrellas parpadeaban, Pío se acomodó en su cama de paja. Pero no podía dormir. Tenía tantas cosas en su mente: las risas de la vaca, los chapoteos del pato y las nubes suaves.

De repente, escuchó un suave ruido afuera. Era un pequeño ratón que buscaba comida. “¿Qué haces aquí?”, le preguntó Pío curioso. El ratón respondió: “Busco algo para cenar. ¿Quieres ayudarme?”.

Pío pensó que ayudar sería una nueva aventura. Así que salió del gallinero con el ratón y juntos buscaron semillas y granos por toda la granja. Mientras buscaban, miraban las estrellas y contaban historias sobre ellas.

“¿Sabías que las estrellas son luces mágicas?”, dijo el ratón emocionado. “Cada estrella tiene su propio cuento”. Pío sonrió y empezó a imaginar historias sobre cada estrella que veía.

Finalmente, después de una noche llena de risas y aventuras, Pío regresó a casa muy cansado pero feliz. Se acurrucó junto a su mamá gallina y cerró los ojos.

“Buenas noches, pequeño aventurero”, le susurró su mamá mientras él se sumía en un dulce sueño lleno de estrellas brillantes.

Y así, el valiente pollito Pío aprendió que cada día puede ser una nueva aventura si tienes amigos y un corazón lleno de sueños.

Fin.

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