Bienvenidos a la lectura del fascinante Cuento El Fantasma de Canterville. Acompáñennos en esta mágica historia llena de misterios, donde una familia moderna enfrenta con valentía y humor a un antiguo y desconcertado fantasma, encontrando en el camino el poder de la bondad y el perdón.
El fantasma de Canterville
La Llegada de los Otis
En una lejana y antigua mansión en las afueras de Londres, habitaba un fantasma muy especial: Sir Simon de Canterville. Durante siglos, había asustado a todos los habitantes de la mansión, disfrutando de su trabajo y susurrando escalofríos en la noche. Pero todo cambió cuando la familia Otis, una familia moderna de América, compró la mansión.
La familia Otis estaba compuesta por el Sr. Hiram Otis, su esposa Lucrecia, su hija mayor Virginia y los gemelos traviesos, Louis y Clark. Desde el primer día, la familia Otis notó cosas extrañas en la mansión. Una noche, mientras desempacaban, escucharon ruidos de cadenas arrastrándose y susurros misteriosos. Sin embargo, no se asustaron. El Sr. Otis, muy práctico, dijo:
—Debe ser el viento. Mañana echaremos un vistazo.
Pero al día siguiente, encontraron una vieja mancha de sangre en el suelo de la biblioteca. La Sra. Otis, preocupada, trató de limpiarla, pero cada vez que lo hacía, la mancha reaparecía. Fue entonces cuando Virginia, la hija mayor, preguntó:
—¿Será el fantasma de Canterville?
Los gemelos, intrigados, decidieron investigar esa misma noche. Se escondieron detrás de una cortina en el pasillo y esperaron. De repente, el aire se enfrió y apareció una figura espectral arrastrando cadenas. Los gemelos, en lugar de gritar, soltaron una carcajada y lanzaron almohadas al fantasma. Sorprendido, Sir Simon no supo cómo reaccionar y desapareció.
Al día siguiente, el Sr. Otis dejó un frasco de aceite lubricante para las cadenas del fantasma, con una nota que decía: “Para las cadenas ruidosas. Con respeto, Hiram Otis.” Sir Simon, ofendido y confundido, comenzó a planear cómo podría asustar a esta extraña familia que no temía a los fantasmas.
La Redención de Sir Simon
A pesar de sus intentos, Sir Simon no lograba asustar a los Otis. Los gemelos le tendían trampas, el Sr. Otis le ofrecía soluciones prácticas y la Sra. Otis ignoraba sus lamentos. Una noche, abatido y cansado, Sir Simon decidió rendirse. Mientras se lamentaba en un rincón, Virginia se le acercó.
—¿Por qué estás tan triste? —preguntó con dulzura.
Sir Simon, sorprendido por la bondad de la niña, comenzó a contarle su historia. Le explicó cómo había sido condenado a vagar por la mansión hasta que alguien perdonara sus pecados. Virginia, conmovida, prometió ayudarlo.
—Te ayudaré a encontrar la paz —dijo ella, tomando su mano espectral.
Virginia llevó a Sir Simon a una pequeña capilla dentro de la mansión. Allí, rezaron juntos y ella le pidió a los cielos que perdonaran al fantasma. En ese momento, una luz brillante envolvió a Sir Simon y él sintió una paz que no había conocido en siglos. Con una sonrisa agradecida, el fantasma de Canterville desapareció, finalmente libre de su condena.
La familia Otis continuó viviendo en la mansión, ahora libre de los lamentos del fantasma. Virginia siempre recordaba la bondad y el agradecimiento de Sir Simon. Aunque los gemelos extrañaban sus travesuras con el fantasma, entendían que había encontrado la paz.
Y así, la mansión de Canterville se convirtió en un hogar feliz, donde la historia del fantasma y su redención se contaba de generación en generación, recordando siempre que la bondad y el perdón pueden liberar incluso a las almas más atormentadas.