Bienvenidos al cuento con audio La Niña y la Estrella de Mar. Disfruta de esta mágica aventura llena de amistad y maravillas
Capítulo 1: La visita a la playa
Había una vez una niña llamada Sofía que amaba ir a la playa. Su cosa favorita era caminar descalza por la arena, sentir el agua en sus pies y buscar pequeños tesoros. Un día soleado, mientras caminaba por la orilla, vio algo brillante en la arena mojada. Era una pequeña estrella de mar de colores hermosos. Tenía tonos de rosa, naranja y azul que brillaban bajo el sol, como si fuera una joya escondida en la playa.
Sofía se agachó y le habló a la estrella de mar con una gran sonrisa. “¡Hola, pequeña estrella! ¿Te has perdido?” La estrella de mar, aunque no podía hablar, parecía entenderla. Movió una de sus pequeñas patitas, y Sofía sintió que la estrella quería volver al mar. Con mucho cuidado, Sofía la levantó y la sostuvo en su mano. “No te preocupes, te ayudaré a regresar a tu casa.”
Mientras Sofía caminaba hacia el agua, la estrella de mar comenzó a brillar aún más, como si estuviera feliz. Sofía se sorprendió y rió con alegría. Antes de colocarla en el agua, la estrella de mar emitió un destello de luz especial, que parecía ser una manera de decirle “gracias”. Sofía sintió que había hecho algo muy especial al ayudar a la pequeña estrella a regresar al mar.
Capítulo 2: La noche mágica
Esa noche, cuando Sofía estaba en su cama lista para dormir, vio un destello de luz en su ventana. Intrigada, se asomó y no pudo creer lo que veía. ¡Era la misma estrella de mar! Pero ahora parecía flotar en el aire, rodeada de una luz mágica que iluminaba toda la habitación.
La estrella de mar habló con una voz suave y dulce: “Gracias, Sofía, por ayudarme. Esta noche quiero darte un regalo especial.” Sofía abrió los ojos, asombrada y feliz. “¿Un regalo para mí?”, preguntó emocionada.
La estrella de mar continuó: “Cada vez que veas el mar, recuerda que siempre puedes ayudar a otros, incluso si son pequeños. Ahora, cierra los ojos y pide un deseo.” Sofía, con una gran sonrisa, cerró los ojos y pensó en un deseo muy especial. Quería que todos los animales del mar fueran felices y estuvieran seguros, tal como ella había ayudado a la estrella.
Cuando abrió los ojos, la estrella de mar ya no estaba, pero en su lugar, había un pequeño destello de luz en la ventana, como una señal de que siempre la acompañaría.
Al día siguiente, Sofía volvió a la playa y miró hacia el mar, recordando su deseo. Aunque no veía a la estrella, sabía que estaba allí, recordándole que la bondad siempre vuelve, y que cada acto amable hace del mundo un lugar mejor.
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