Bienvenidos a la fascinante historia de un jardín encantado, un gigante egoísta y el poder transformador del amor y la generosidad. Sumérgete en este relato mágico que nos enseña valiosas lecciones sobre la importancia de ser amables y compasivos, y cómo la amistad y la bondad pueden cambiar incluso los corazones más fríos y egoístas.
Cuento corto El Gigante egoísta
En un jardín encantador, había un gigante egoísta que nunca permitía que los niños jugaran en él. “¡Fuera de aquí! ¡Este es mi jardín!”, gritaba. Sin embargo, un día, cuando el gigante regresó de un largo viaje, encontró al jardín cubierto de nieve y a los niños jugando en un rincón. Enfadado, los expulsó.
La primavera llegó, pero en el jardín del gigante egoísta seguía siendo invierno. Las flores y los árboles se negaban a florecer en un lugar tan frío y desapacible. Solo un rincón permanecía verde y lleno de vida, donde un niño pequeño había trepado a un árbol.
El gigante, conmovido por la escena, se acercó al niño y le preguntó por qué los demás niños no jugaban en su jardín. El niño respondió que el gigante no los dejaba entrar. Entonces, el gigante se dio cuenta de su error y abrió las puertas de par en par.
Desde ese día, el jardín floreció de nuevo y los niños jugaron felizmente cada tarde. El gigante se volvió generoso y bueno, disfrutando de la compañía de los niños y aprendiendo el verdadero significado de la amistad y la felicidad.
Pasaron muchos años, y el gigante se hizo viejo. Una tarde, al ver al niño que trepaba al árbol, notó que tenía heridas en las manos y los pies. El niño le mostró sus heridas, diciendo que eran marcas de clavos.
El gigante comprendió al instante y vio que el niño era en realidad Jesús. Entonces, el gigante egoísta se transformó en un gigante bueno y amoroso, y cuando llegó la hora, partió con Jesús al Paraíso. Desde entonces, el jardín del gigante florece todo el año y los niños juegan eternamente en él.
Moraleja del cuento
La verdadera felicidad se encuentra en la generosidad y la amabilidad hacia los demás. El amor y la compasión transforman el corazón de quien los practica, haciendo que incluso los lugares más fríos florezcan con la alegría de la amistad y el compartir.
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