Descubre en El Pulpo Enojado cómo Octavio aprende a controlar su rabia y encuentra la calma en el arrecife.
Capítulo 1: La tormenta en el arrecife
En el colorido arrecife de Coralina, vivía un pulpo llamado Octavio. Era famoso por sus tentáculos ágiles y su habilidad para resolver problemas. Todos lo admiraban, pero había algo que preocupaba a los demás animales: Octavio tenía un carácter explosivo. Cuando algo no salía como esperaba, su cara cambiaba de color, y su tinta negra nublaba todo a su alrededor.
Una tarde, mientras jugaba con sus amigos Delfi el delfín y Estela la estrella de mar, Octavio construyó una torre de conchas. Estaba a punto de colocar la última concha cuando una ola inesperada la derribó.
—¡Esto no puede estar pasando! —gritó Octavio, soltando tanta tinta que todo el arrecife quedó oscuro por unos minutos.
Delfi intentó calmarlo.
—Octavio, no pasa nada. Podemos construir otra torre.
Pero Octavio no escuchaba. Se sentía atrapado en su rabia, y no podía evitar que sus tentáculos se movieran descontrolados, espantando a los demás.
Esa noche, mientras se refugiaba en su cueva, Octavio se sentía solo. Pensaba: ¿Por qué siempre que me enojo, todos se alejan de mí?
Capítulo 2: La visita de la tortuga sabia
Al día siguiente, mientras Octavio seguía molesto, recibió una visita inesperada. Era Matilda, una vieja tortuga conocida por su sabiduría.
—He oído que ayer hubo una tormenta de tinta en el arrecife —dijo Matilda con una sonrisa tranquila.
—No fue una tormenta, solo me enojé —respondió Octavio, bajando la mirada.
Matilda lo observó con calma y dijo:
—Sentir rabia es como ver una ola gigante acercándose. No puedes evitar que llegue, pero sí puedes decidir cómo enfrentarla.
Octavio frunció el ceño.
—¿Cómo puedo detenerla si siempre me arrastra?
Matilda le dio un consejo:
—Cuando sientas que la ola de la rabia se acerca, respira profundamente, cuenta hasta ocho (como tus tentáculos) y piensa: ¿vale la pena oscurecer el arrecife?
Intrigado, Octavio decidió intentarlo la próxima vez que sintiera rabia.
Capítulo 3: La prueba del gran coral
Días después, el arrecife celebraba el concurso anual de creación de esculturas de coral. Octavio estaba emocionado y trabajó durante horas en su escultura: un magnífico caballito de mar hecho con conchas.
Justo cuando iba a terminar, un pez globo distraído pasó nadando y derribó su creación. Octavio sintió cómo la ola de rabia crecía dentro de él. Sus tentáculos empezaron a temblar y la tinta estaba a punto de salir. Pero entonces recordó las palabras de Matilda.
Respira, Octavio. Cuenta hasta ocho.
Uno, dos, tres… Hasta llegar al ocho. Mientras contaba, su mente se despejaba. Cuando terminó, ya no sentía tanta rabia.
En lugar de gritar o soltar tinta, Octavio miró al pez globo y dijo:
—Está bien, fue un accidente. Empezaré de nuevo.
Los otros animales lo miraron sorprendidos.
—¡Octavio controló su enojo! —exclamó Estela.
Con una sonrisa, Octavio reconstruyó su escultura, y esta vez quedó aún mejor que antes. Al final del día, ganó el primer lugar. Pero lo que más lo llenó de orgullo no fue el premio, sino escuchar a sus amigos decir:
—Octavio, aprendiste a ser más tranquilo.
La Reflexión del Cuento El Pulpo Enojado
Esa noche, mientras observaba las estrellas desde su cueva, Octavio comprendió algo importante:
Sentir rabia es natural, pero dejar que controle tus acciones puede lastimar a quienes te rodean. Si respiras, piensas y cuentas hasta ocho, puedes transformar la tormenta en calma.
Desde entonces, Octavio se convirtió en el pulpo más sabio del arrecife. Y aunque a veces sentía la ola de la rabia acercarse, siempre recordaba: la calma tiene más fuerza que cualquier tormenta.
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