En lo profundo del bosque, un ratón astuto vivía solo. Para evitar ser la cena de zorros y lechuzas, el ratón inventó una criatura aterradora: el Grúfalo. Describió al Grúfalo con colmillos terribles, garras afiladas y ojos de fuego. ¡Nadie se atrevería a acercarse!
Un día, mientras paseaba por el bosque, el ratón se encontró con un búho curioso. “¿A dónde vas con tanta prisa?”, preguntó el búho. El ratón, con astucia, le contó sobre su amigo el Grúfalo. “Es monstruoso y asustará a cualquiera que intente comerme”.
El búho, temeroso, se alejó. Pero el ratón no sabía que sus problemas apenas comenzaban. En su camino, se topó con un zorro hambriento. Nuevamente, el ratón mencionó al Grúfalo y el zorro, asustado, se retiró.
Pero el ratón no imaginaba que su mentira se volvería realidad. ¡El Grúfalo era real y estaba frente a él! Con su ingenio, el ratón ideó un plan. “Soy el animal más temible del bosque”, dijo al Grúfalo, señalando a criaturas aún más peligrosas. Intrigado, el Grúfalo siguió al ratón.
A lo largo del viaje, el ratón llevó al Grúfalo a encontrarse con la lechuza, la serpiente y el zorro, cada uno asustado por la criatura que tenían ante ellos. Finalmente, el Grúfalo, aterrado, huyó.
El ratón sonrió, contento por su astucia. Ahora, en el bosque, todos sabían que no debían subestimar a un ratón ingenioso. Desde entonces, el ratón paseaba tranquilo, siendo el animal más sabio del bosque. Y así, en el corazón del bosque, la astucia del pequeño ratón se volvió leyenda.