Bienvenidos a disfrutar de nuestra comunidad Educatiles, hoy traemos un cuento corto sobre La Gallinita de los Huevos de Oro. Esperemos lo disfruten, empecemos.

Capítulo 1: La gallinita de los huevos de oro

Había una vez, en un pequeño pueblo, un granjero llamado Juan. Juan era un hombre amable que trabajaba duro todos los días en sus campos. Un día, mientras alimentaba a sus animales, notó algo brillante en el gallinero. Curioso, decidió entrar a ver qué era.

Para su sorpresa, encontró una hermosa gallina sentada sobre un nido. Pero esta no era una gallina cualquiera. ¡Cada mañana, cuando Juan venía a alimentarla, ponía un huevo dorado! Juan no podía creer lo que veía. Tomó el huevo dorado y pensó: “¡Guau! ¡Puedo vender esto y volverme rico!”

Emocionado, Juan llevó el huevo al mercado. Todos quedaron asombrados por el huevo dorado, y Juan lo vendió por mucho dinero. ¡Estaba tan feliz! Cada día después de eso, la gallina ponía otro huevo dorado. Juan se volvió más y más rico. Compró una casa grande, ropa nueva e incluso un carro reluciente.

Pero a medida que Juan se hacía más rico, comenzó a volverse codicioso. Quería más huevos dorados y los quería más rápido. Un día, pensó: “Si abro a la gallina, ¡podré obtener todos los huevos dorados de una vez!” Así que decidió hacer algo muy malo.

Capítulo 2: La lección aprendida

A la mañana siguiente, Juan estaba muy emocionado. Tomó a la gallina y la abrió con cuidado, esperando encontrar muchos huevos dorados dentro. Pero para su horror, ¡no había huevos dorados en absoluto! La gallina era solo una gallina normal ahora y no podía poner más huevos.

Juan se sintió muy triste y solo. Había sido tan codicioso que había perdido a su preciosa gallina. Se dio cuenta de que había cometido un gran error. Sin la gallina, no le quedaba nada. Fue al mercado, pero nadie quería comprar una gallina normal.

Pasaron los días, y Juan extrañaba mucho a la gallina. Recordaba lo feliz que era cuando la tenía y cuánto disfrutaba al verla poner huevos dorados. Aprendió que ser codicioso solo trae tristeza.

Desde ese día, Juan volvió a trabajar duro en sus campos, pero ya no era codicioso. Aprendió a apreciar lo que tenía y a estar agradecido por las pequeñas cosas de la vida.

Y así, Juan vivió una vida simple pero feliz, siempre recordando la lección que aprendió de la gallinita de los huevos de oro. Contaba la historia a los niños del pueblo, enseñándoles a nunca ser codiciosos y a valorar lo que tienen.

Y todos vivieron felices para siempre.

Si te gusto este cuento corto sobre La Gallinita de los huevos de oro, y quieres leer otra historia te recomiendo la lectura de la Zorra el y el Gato.

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