Capítulo 1: El Sueño de Ariel
Había una vez, en el fondo del mar, una sirenita llamada Ariel. Tenía una cola larga y brillante que brillaba como el arcoíris. Ariel era muy curiosa y siempre quería saber más sobre los humanos que vivían en la superficie.
Ella pasaba el día nadando con sus amigos, los peces y las estrellas de mar. Pero a veces, se sentaba en una roca y miraba hacia arriba, soñando con el mundo de los humanos. “¿Qué harán? ¿Cómo será su vida?” se preguntaba.
Un día, mientras nadaba cerca de la superficie, vio un barco. En el barco, había un príncipe guapo que reía y bailaba con sus amigos. Ariel se asomó con emoción. “¡Qué divertido debe ser ser humano!”, pensó. Desde ese momento, su corazón latía fuerte cada vez que pensaba en el príncipe y en el mundo en la tierra.
Capítulo 2: La Decisión de Ariel
Ariel no podía dejar de pensar en ser humana. Un día, decidió hablar con su amiga, la pez luna.
—¿Cómo puedo ser humana? —preguntó Ariel, muy emocionada.
La pez luna le habló de una bruja del mar que podía ayudarla, pero le dijo que la bruja era muy astuta.
Ariel, llena de valor, decidió ir a ver a la bruja. Nadó rápido hasta una cueva oscura. Cuando llegó, la bruja sonrió y le dijo:
—Puedo darte piernas, pero tú me darás tu hermosa voz.
Ariel pensó en el príncipe y en todas las aventuras que podría tener. Sin pensarlo mucho, aceptó el trato. La bruja hizo un hechizo, y de repente, Ariel sintió que sus aletas se convertían en piernas. ¡Era humana!
Capítulo 3: La Aventura de Ariel
Ariel subió a la superficie y corrió a la playa. Allí, conoció al príncipe. Aunque no podía hablar, le sonrió con alegría. Juntos, jugaron en la arena y exploraron el lugar. Ariel se sentía feliz, pero también un poco triste porque no podía contarle al príncipe cuánto lo quería.
Cada día pasaban más tiempo juntos, y el príncipe notó que Ariel era especial. Un día, mientras caminaban, la bruja apareció.
—¡Ariel! —gritó el príncipe—. ¡No te vayas!
Ariel miró al príncipe con amor. Se dio cuenta de que no necesitaba su voz para mostrarle cuánto lo quería. Con una gran sonrisa, tomó la mano del príncipe y juntos corrieron hacia el mar.
La bruja, al ver su amor, decidió liberar a Ariel. Con un destello de luz, Ariel recuperó su voz y su cola de sirena.
Ariel y el príncipe se abrazaron felices. Desde ese día, Ariel aprendió que el amor verdadero no necesita palabras. Y así, la sirenita Ariel siguió viviendo en su hermoso reino bajo el mar, siempre recordando su aventura en la tierra.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
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