Había una vez un joven llamado Jack que vivía con su madre en una pequeña casa. Un día, su madre le dio unas habichuelas mágicas y le dijo que las plantara en el jardín. Jack, emocionado, siguió las instrucciones al pie de la letra.

Esa noche, las habichuelas crecieron hasta alcanzar las estrellas. Con valentía, Jack decidió escalarlas. Al llegar a la cima, se encontró en un mundo mágico lleno de nubes suaves y arcoíris brillantes.

Descubrió un gigantesco castillo donde vivía un amigable gigante llamado Gorgo. A pesar de su aspecto imponente, Gorgo resultó ser amable y le mostró a Jack su tesoro, lleno de cosas sorprendentes.

Jack se hizo amigo del gigante y juntos vivieron muchas aventuras emocionantes. Pero un día, Jack sintió nostalgia de su hogar y decidió regresar con su madre. Gorgo entendió y le regaló un cofre lleno de tesoros para que pudiera cuidar de su familia.

Al llegar a casa, Jack descubrió que el cofre tenía todo lo necesario para resolver los problemas de su familia. Las habichuelas mágicas no solo trajeron tesoros, sino también soluciones. Jack y su madre vivieron felices gracias a la magia de la amistad y la generosidad del gigante.

Desde entonces, cada vez que los niños miraban las estrellas en la noche, recordaban la historia de Jack y las habichuelas mágicas, un cuento que enseñaba sobre la importancia de la valentía, la amistad y el compartir. Y así, la historia de Jack se convirtió en una leyenda que inspiraba a niños de todo el mundo.